Una vez mas , un nuevo articulo de mi amigo :
El peón de negras
Hola, soy Huargo, por si no lo sabéis soy un monstruo feo, grande, astuto y malo, algo así como el cruce entre un buitre, una hiena mutante y un banquero, y quiero contaros una historia:
Estaba yo tranquilamente sentado en el campo, bajo la sombra de un árbol, cuando vi aparecer un rebaño de ovejas junto con sus perros y el pastor, y a falta de otra cosa me dediqué a observar la estampa. Me di cuenta que todo el conjunto obedecía al pastor, vaya, qué curioso, pensé, creo que tengo que hacerme su amigo. Afortunadamente tenía una pequeña cantidad de oro acumulada de unos cuantos viajeros, que, bueno... digamos que cometieron el error de dormir profundamente.
Me acerqué cautamente y dejé una cierta cantidad de oro a su alcance, le dije que era un regalo y luego me retiré. El pastor la aceptó agradecido y con el dinero se compró un buen traje, por lo que repetí el proceso varias veces. Un buen día dejé de hacerlo, pero aparecí igual; el pastor, intrigado me preguntó si tenía más, a lo que yo dije que sí, pero que tenía tanta hambre que no podía llevárselo. El pastor, que ya estaba acostumbrado a los ingresos extra y que entendía que en realidad era más rentable darme de comer que vender lana me entregó una oveja a cambio del dinero, y tranquilizó a las demás con excusas vagas. La reacción de las ovejas es lo que más me fascinó, se limitaron a mirar a otro lado, sin protestar, bueno, no es cierto que no protestaran, unas pocas sí, ¿ya dije que el pastor tenía perros?, pues viendo como estaba el rebaño, y ante la posibilidad de que las ovejas se lo tomaran a mal, compro más y más feroces.
Os preguntaréis qué ovejas sacrificó, está claro que las viejas y enfermas, ya que el pastor no era tonto de todo, y no me daba las que más lana producían. Para hacerlo les dijo a las demás que las cosas estaban muy mal, que el rebaño no podía mantenerlas... mientras tanto las trasquilaba ya dos veces al año y las hacía moverse contínuamente para que estuviesen tan cansadas que no pudieran ni pensar. El pastor no siempre era el mismo, a veces venía otro con un poco más de conciencia, pero tampoco fue problema, usando el mismo método sucumbió a la avaricia, lo que me permitió decir a las ovejas:¡Todos son iguales, no busquéis un pastor mejor! Y ellas, ilusas, me creyeron.
Y ¿Qué pasará si el pastor se resiste a continuar?, pues nada, contaré al rebaño lo que hizo, y se le rebelarán, si tienen éxito mataran al pastor y el rebaño pasara a estar bajo control de los perros, los cuales como sabéis no hacen ascos a la carne de oveja. En estas montañas no es el único rebaño, así que me di cuenta que podría aumentar mi dieta con ellos, ¿pero cómo si no tenía tanto dinero? Pues fácil, envenené la mente de dos pastores para que se pelearan, jajaja, como me puse de buena carne de oveja mientras ellos y sus perros peleaban entre sí...
Así viví yo, haciendo desaparecer viajeros y comiendo ovejas, cada vez más grande y con más hambre, aunque lamento decir ahora que toda esta historia la estoy escribiendo entre las rejas de una jaula, ya que un pequeño número de ovejas no se creyó mi historia, y tuvo fe en que tenía que existir un pastor bueno...
El peón de negras